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El Furgonauta

NOCTURNO

NOCTURNO

Gallinas de karaoke. Eso trajo la noche. Y runrunes en la cabeza. Y un poco de miedo. De ese miedo adulto al que ya no le sabotean los sueños cuatro monstruitos de látex, pero que también es miedo.

Unos colmillos horrísonos de silenticidio hicieron trizas el vacío calmo mientras dormir quería. Y luces epilépticas de coches tontos que se venían a flotar intermitentes por las tres lamas de persiana que nunca ajustan del todo. Rayos de plancton aéreo color de pan rallado flotando en haces rectilíneos de la ventana a la nariz. Polvo respirable de planeta. Ruido y luz. Frecuencias sónicas de la aberración. Varas luminosas fustigando al párpado acorralado. A la mierda se fue la noche. Debí haber bebido un poco más de vino para la cena.

Los borrachos que compiten en ladridos apoyándose en las vallas dormirán dentro de un rato ajenos a todo.

Pitidos de ordenadores, microondas, congeladores, aires acondicionados, pitidos de llave en el contacto, de cinturón no abrochado, de puerta del conductor abierta, de nivel de gasoil bajo. Por un momento creí que toda la electrónica cotidiana se manifestaba contra mi sueño y que si no conseguía dormir ahora, no podría hacerlo nunca más.

Botellas resonando en el contenedor. Agresión vítrea. Quebrados que se multiplican estallando cuerpo a cuerpo con violencia. Demasiado dolor, demasiado. El tímpano quiere morfina o muerte. Camionetas que se llenan de artefactos ahora mudos, destetados súbitamente de la ubre eléctrica que los nutría; furgones que se cargan de golpes y chirridos con desidia. Urracas de metal. Es tarde y viene la prisa. Sogas deslizándose entre los bultos como serpientes de nylon, que extrangulan a su presa silbando un rasgado de pizarra. Sinfonía final en claxon. Nocturno para cuerda, demencia y trompa.

Matar la noche. No existe otra alternativa. Hay que matar la noche aunque sea a pensamientos, porque sentirse mal es intransferible.

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4 comentarios

Furgo -

Pues si era un canijo ratoncillo, armaba un buen jaleo.
Y gatos, en propiedad no tengo, pero no faltan nunca tres o cuatro rondando por la casa, de esos que son de todos y de nadie y a la que te descuidas te okupan el chiringuito. (Gatos claramente influidos por Durruti.)
Saludazo, socio.

Dinosaurio -

Furgo, ¿y no sería el ratoncito Pérez?
Adopta un gato.
Un abrazo.

Furgo. -

Estoy bien, gracias, gentil dama.

He intentado retratar esa situación nocturna en que a uno lo pilla insomne por lo que sea. Entonces se oye todo. Todo.
La noche está llena de trasiegos que no percibimos cuando nos quedamos dormidos normalmente. Pero cuando algo nos dificulta el sueño, una sinfonía caótica se nos brinda gratuitamente y sin posibilidad de escape.

Un beso, socia.

Sakkarah -

Socio...deseo que no estés mal, y que tu sueño sea feliz.

Malo es no poder dormirse, qué bien describes cada sonido, cómo los diferencias, cuando ellos se ponen todos de acuerdo, para ir destrozando nuestras neuronas.

El otro día, yo pensaba, qué diferentes son los sonidos aquí en este pueblo en el que aún estoy. Uno disfruta de ellos, porque son nítidos, claros. Cuando vuelva a la ciudad, será el chirriar constante.

Un beso.