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El Furgonauta

DOMÉNICO MODORRO

DOMÉNICO MODORRO

Domingo.

El domingo es esa caja adornada con lazo, envuelta de celofanes y brillos, de colores y franjas, de topos y estampados, que rara vez contiene un gran regalo. Es como un engaño de concurso.

El domingo es ese jarrón que está al final de la estantería, que pareció decorativo en su día y que vamos desplazando hasta el rincón. Tan inútil y engorroso, que si no nos lo impidiese la buena educación, lo envolveríamos otra vez para regalárselo a algún primo lejano como nuevo.

El domingo es mortadela con humos de pata negra, un número rojo en el calendario, destacado y orgulloso pero pedante y hueco; un día sin enjundia, figurante, como un escenario para títeres con poco guión y mucho tiempo.

El domingo es el día inmoral, indecente y hasta obsceno que asesina al sábado bendito, al sábado santo (todos los sábados de año lo son) y acaba por hacernos desear al lunes.

El domingo tan hinchado de artificio como una estrella del pop, se atreve a ser el único día que vale para nombre. Antes me llamaría Martes que Domingo. Si todos los que hay en el mundo lo pensaran, irían sin demora al juzgado a cambiar su sino. “Yo quiero llamarme Jueves, señor juez, o Miércoles, o Viernes como el de la isla...”

Y es la jornada de descanso por excelencia. Nos ha jodido, si para otra cosa no vale, ¿para  qué iba a ser si no.?

En domingo hace y recibe uno las visitas que no le apetecen ni muerto. El domingo es un sofá que empieza siendo cómodo y acaba por parecer diseño personal de Torquemada.

El domingo es un homicida lento y paciente que socava los tuétanos del domingante y lo hace viejo, muy viejo, viejérrimo, antes de tiempo.

Si las semanas trajeran un par de sábados en lugar del infausto domingo, la salud mental de la humanidad experimentaría tal mejora que ya no nos tentaría más la idea de regalarle a un conocido aquel jarrón tan feo que a su vez nos regaló un primo lejano y que sienta sus reales en el rincón de la estantería ofendiéndonos la vista. (Arf, arf, que me quedo sin aire.)

Y es que a esas 24 horas que llamamos domingos, la  fecha de caducidad no les dura ni 14: Se pudren echando leches.

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8 comentarios

Furgo -

Muchas gracias, Sak.
Te deseo también unas buenas fiestas y toda la suerte que necesites para el nuevo año.
(No suelo decir "toda la suerte del mundo" porque hay que repartir. Nada de acaparar, je je.)
Un besillo, socia.

Sakkarah -

Furgo, no se otra forma de hacértela llegar.

Te deseo que pases unos días de Navidad muy felices.

Un beso con cariño.

http://blogs.ya.com/soysak/files/Navidad_mi_felicitacion.jpg

Furgo -

Pues vaya, parece que hay acuerdo total. Deberemos elevar una queja al Supremo.
Me voy ya mismo a la calle a recoger firmas, je je.

Un besillo, compañera.

Mela -

Qué razón tienes, compañero. Yo amo los San Lunes y odio los marditosdomingos. Se me hacen largos, inacabables, tediosos, tristes, deprimentes... Podría seguir, pero creo que ya sabes lo que quiero decir ;P

Beso.

Furgo -

En efecto. Las mañanas domingueras aún se salvan, son como paseables; pero las tardes, modorra pura.

Ahí estamos, Dino.

Dinosaurio -

Sobre todo por la tarde. Las tardes de domingo deberían de estar prohibidas, son un derroche de desperdicio.
Un abrazo, chavalote.

Furgo -

Es que a partir de cierta edad, el dichoso domingo parece estar ideado o para no hacer nada de nada, o para hacer cosas que no nos gustan demasiado.

Un besillo, socia.

Sakkarah -

Todo lo que digas de el, es poco.

Odio el domingo.

Un beso, socio.