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El Furgonauta

ALGO

ALGO

Algo tengo metido dentro dentrito dentro.

Al templo del oculista -representante del dios del ojo en la Tierra- acudiré deprisa. Duele como antes nunca. Lagrimitis lagrimea lagrimón. Escuece de geometrías, de aristas que matan por erosión. Igual que desbarata el cielo un perfil de tejados, tal como inyectan las antenas su ponzoña visual a la cadena de burbujas que hacen en sí la nube, me araña el ojo un daño fiero.

Ponme contraste, oculista, y mírame qué tengo tenguito tengo. Si es la mota ajena, la viga propia, o son ambas las que atacan. Sácame con firme pulso el mal y los dolores, arránqueme tu pinza la llorada; lo mismo es si se pierde el ojo, pero acaba.

Tengo algo, algo tengo, irritándome sin tregua. Me miré con luz de espejo, me di con agua, rebusqué con la punta de un pañuelo, y nada. Y llora si lo abro y si lo cierro llora, como un crío descontento, como herido que no sana. Y me froto y es peor, es un gangster que me apaga cigarrillos en las lágrimas. Creí que, como otras veces, una limadura de hierro me hubiera entrado al afilar formones en la muela, o polvo de serrín, o astillas, o cualquier cosa, cualquiera... Echa por favor una gota de anestesia y diagnostica, doctor del ojo, y dime qué me ha entrado dentro dentrito dentro.

“Una pena, una pena tienes clavada de la que sólo veo la empuñadura. La punta entró por la mirada y ya le ha hecho hueco al alma. Es acero triste de triste travesía. No hay pócima ni cirugía, cree de veras que lo siento.”

Negro veo, y en el negro se representa, sobre la noche del cielo, la  revuelta abstracta de los recuerdos en un lienzo viejo que consigo lleva más agujeros que tela. En agua salina de la mar enferma, con los ojos abiertos, veo, se me figura, como deben ver los muertos, cómo se derraman desde el cuadro los colores y se van al suelo. Y, siendo así, no ver prefiero. Menos mal sería ser ciego que este feroz lagrimeo. Una pena, dice el médico, una pena ha dicho que tengo.

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4 comentarios

Furgo -

Pues sí, mejor abiertos. Que también la cosa alegre tiene una entrada en los ojos.
Y lo peligroso, ahora que pienso, también debe de entrar por los ojirris, si no por qué las adevertencias de "ojo, recien pintado", "ojo, que quema", etc.

Un besillo, compañera.

Mela -

Por los ojos entra la pena, pero yo no te recomiendo cerrarlos...

Me ha encantado, como siempre.

Beso.

Furgo -

Ay, penapenitapena ayayayay.
El sentido del humor no te hace inmune a la pena ni ahuyenta las desgracias, pero al menos consigue que no empeoren. (Que la gente somos muy propensos a empeorar las cosas.)
Lo próximo que cuelgue será más desenfadado. Ya vale con dos textos penosos seguidos.
Un besín, socia.

Sakkarah -

No sé...Tanta angustia me dio pensar lo que es tener algo clavado en el ojo, que...casi saber que es una pena, alivia.

No, no quiero que tengas penas, socio. Tú no te las mereces. Me gusta verte tan alegre como eres, con ese humor tan sano.

Muchos besos.