EL TRISTE SINO
Coloqué mis manos planas extendidas, una sobre la frente y otra sobre la barbilla.
Descalcé mis pies y los introduje en el arroyo.
Entonces puse el reflejo de mi cara entre ellos y formé con todo un cuadro enmarcado que temblaba en las aguas cristalinas.
Cuando más tranquilo estaba, saltó un rano y lo deshizo.
Y dije para mis adentros, existencialmente herido:
Oh, cuan efímero lo perecedero.
Oh, cuan breve lo corto.
Oh, cuan fugaz lo breve.
Oh, cuan injusta la vida.
Oh, Cuan Ramón Jiménez,
un instante la poesía,
y cuan desigual lo nuestro.
Cuan largos los espagueti.
Y cuan cortos los fideos.
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6 comentarios
Furgo -
No se puede hacer uno yayo, je je.
Un besín, Gea.
Gea -
Dicho lo cual, paso a decirte que, como siempre, me sorprendes con tus poesías, con el juego de palabras que utilizas y con su originalidad.
Muy plástica la descripción; te veía ya "hecho un cuadro" -y nunca mejor dicho- contrahecho y retorcido, al vaivén de un rano caprichoso.
¡Ay!, la fugacidad, la fragilidad de la vida...
Un beso.
Gea.
Furgo -
Gracias socia. Un besillo.
Sakkarah -
Un beso, guapo.
Furgo -
Ahora que caigo, me parece que todos los "cuan" que he puesto en el texto deberían llevar acento en la a, ¿o no?. Buff, hace demasiado tiempo que dejé el colegio.
(Ya lo miraré si acaso.)
Un beso, socia.
Sakkarah -
Un beso, socio pensante.