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El Furgonauta

EL OBRADOR

EL OBRADOR

El que escribe –ya sea por profesión o amateur- forma su particular hilera de letras, su cosido de sílabas y sus secuencias de palabras, ordeñando la fantasía y la realidad, y confundiéndolas o separándolas según le ronde la musa. No hay otra.

Y se alimenta del pasado por fuerza -como decía Umbral- ya que resulta imposible nutrirse de un futuro que siempre estará por ver: Somos los besos y las bofetadas que se llevó nuestra cara, el hueso roto, el tropiezo, el estupor, la diversión y la convalecencia; somos el primer recién nacido visto y el primer muerto velado, el mareo de un cigarrillo rubio y una copa de menta, el miedo a un guardia, a un maestro y a un examen, la risa adolescente incontenida y la vergüenza de un pantalón manchado; somos el primer poeta, -siempre seremos nuestro primer poeta- aquella película extraña que al fin entendimos, la sorpresa de haberla comprendido entonces y no antes, la  chulería nueva, el desparpajo; somos la abuela amada y el odio al padre, la semanada sin seguro en un sobre pequeño, ilícito y marrón, la firma ensayada para nuestra posteridad finita; somos el automóvil que humeaba en las cuestas, la visita semanal al mecánico, la acampada en cueva, la escasez de recursos, la solidaridad obligada, las circunstancias, en fin, de un afamado filósofo al que no conocíamos. Somos el pasado de los días y lo que en esos días nos pasó. De tal lápiz somos dibujos. O borradores, según se mire, porque aún la suerte estará trazándonos con más o menos simpatía. 

El que escribe -profesional o aficionado- se irriga del atrás porque al delante no se llega. Y con rigor o con trampa, se cuenta a sí mismo o se inventa, es quien dice ser o imagina ser lo que quisiera. Crea realidades, seres, emociones, suplanta si conviene lo que haga falta y se apodera de la sensación ajena y las identidades; hace mundos, extingue universos, rima lo dispar, minimiza o exagera. Hace. Obra y manda.

¿Escritores.? No, mucho más, madre mía: taumaturgos de salón.

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6 comentarios

Furgo -

Muy amable, doña Mela.
Escribir, y más si le pilla a uno de pequeño, acaba por ser como una dependencia terapéutica.
Desde que tengo memoria, creo que siempre he escrito algo. Libretas y más libretas se juntaban por los cajones. ¿Y para qué, si nadie las leía.? Pues por pura necesidad, por grata necesidad, supongo.
Hace cosa de unos tres o cuatro años solamente, conocí este mundillo de internet y ahora sigo haciendo lo mismo de toda la vida, pero intercambiando ideas y textos con otros captados de la secta. Mira, aún mejor.
(Por cierto, las libretas aquellas cuando tenían unos años las tiraba a la basura, o sea que todavía puede ser más duradero lo de ahora en la red.)

Un besillo, compañera.

Mela -

Yo lo digo siempre, escribo, aunque sea mal, para exorcizar demonios. Los del pasado, claro, y los del futuro, que habrá, los escribiré cuando lleguen. Me gusta lo que hago y estar en esta "secta".

¿Lo mejor? Encontrarse por el camino magos que me siguen dejando con la boca de a metro, incapaz de pillarles el truco, como algún Furgonauta que conozco.

Beso.

Furgo -

Por supuesto, compañero. Ponlo, que queda bien y da que pensar.
Lo que no sé es si presentando una tarjeta de prehistórico chiflado y taumatúrgico podrás llegar muy lejos. Te van a rifar, Dino.
Un abrazón.
(Je je.Qué gente más maja, la hostia.)

Furgo -

Je, je, Sak, si algún día necesito recomendación para una faena o lo que sea, recurriré a tí, no lo dudes. Seguro que me admiten en cualquier sitio si tú das las referencias.
Eres muy amable, socia, gracias.
Un fajo de besillos.

Dinosaurio -

A mí también me ha gusto eso de "taumaturgos de salón", porque muchas veces tenemos que hacer juegos malabares para "seguir tirando" de nosotros mismos.
¿Me dejas que lo ponga en una tarjeta?:
Dinosaurio loco.
Taumaturgo.
Un abrazazo.

Sakkarah -

Que manera tan preciosa de expresar lo que somos.

Me ha encantado, sólo un buen escritor lo explicaría de tal forma.

Eres un as, socio.

Muchos besos.