SOBRE LA OREJA
Sobre la oreja un lapicero,
carpintero.
En la pantalla se persiguen coches
y estallan.
Sangre de saldo.
De doble caldo.
Son muertes a tanto el kilo.
Bajo el pelo de la coronilla una freidora
de sesos llora.
Mira, en aquella parte de la ventana está lloviendo.
En ésta no.
El cielo arruga el morro.
Echa sobre su azul el negro toldo.
Y el vidrio hace ver que se derrite.
Son las cosas un combate de realidades.
Dentro una.
Fuera otra.
Las que quieren ser mentiras, las que quieren ser verdades.
Quién fuera un adentro para no ir a las afueras.
Detrás del costillar, en el barrio alto, donde los lujos,
vive un corazón,
de dar la lata y latir, latón.
Tu pertenencia.
En la trastienda de las cejas
que hacen a los ojos teja,
se aventa el buen cereal y la mala queja.
Se llena el bol de los delirios.
Flores de pensamiento.
Ay, que no podría darte eso
aunque quisiera.
Para bien o para mal, siempre es dañino.
Piensa cosas indigestas:
Que los dientes molidos son pasta de dientes,
que uno más uno son dos unos y no un dos
y que pesa la plomada mucho menos que el plumón.
Tengo el pecho provisto de abrefácil.
Puedes coger de él cuanto precises,
eres libre.
Pero de la cabeza.., dios cómo me duele,
mejor dejarla estar.
Si quiere volar que vuele.
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2 comentarios
Furgo -
Pero por eso mismo, mejor no darle la cabeza a nadie. Menudo castigo. Le produciría dolores de cabeza al receptor, ja ja.
Ni uno mismo se la entiende. Pa que encima la tenga que entender otro.
Un beso, socia. Que usted se desespese bien.
Sakkarah -
Me hice un lío.
Un beso, socio, hoy estoy espesa del todo.