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El Furgonauta

DESPOJO

DESPOJO

Me miró.

Una vez.

Sólo una.

Y nunca más. 

Y mi reflejo en sus ojos

fuera el alma arrebatada.

En un suspiro marchó,

en un golpe de pestaña,

sin darse siquiera cuenta

de que me la llevaba. 

Aún andará

la niña guapa

a saber dónde

con mi alma a cuestas

lejos de mí e ignorada,

tan muerta como yo,

seguramente,

que muerto voy

entre los muertos

entre los vivos

y entre la gente.

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INMOVILIDAD MANIFIESTA

INMOVILIDAD MANIFIESTA

UNO

Cuando era un retoñín quejicoso y no me entraba el sueño, lloraba desde mi cuna porque me aburría de tanto mirar al techo. No sé, yo quizás esperaba ver algo más entretenido, algo que se moviera, que tuviese monigotes, colorines.., algo que diera un poco de espectáculo, vaya. 

Pero nada, pasó mi infancia y no me pusieron ningún móvil.

DOS

Más tarde, de adolescente, la televisión estaba siempre llena de películas de serie b, de ciclos de cine negro, de gangsters, de destripadores de Boston, etc. y entonces yo decidí que quería dedicarme al crimen, ser un pedazo criminal de los grandes, con importancia y eso.

Pero no pude porque todo asesino que se precie ha de tener un móvil.

En fin.

Y TRES

Y ahora en el 2007, la gente me mira con cara de alienígena cuando les digo: Joder, lo siento mucho, de verdad, pero es que no tengo móvil.

Es una secuela casi prenatal que arrastro de por vida.

A ver si con acupuntura, hipnosis, baños de barro o algo, se me arregla la tara.

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SICOANÁLISIS DE UN ORGULLO

SICOANÁLISIS DE UN ORGULLO

 El orgullo es un sentimiento extraño. Es común pero extraño. Casi todas las cosas comunes cuando las pasamos por el microscopio se nos revelan sorprendentes.

¿Qué pensaría alguien si yo dijera: “No estoy orgulloso de mi hijo.”?

Pensaría o bien que mi hijo es un desastre o bien que por las razones que sea no lo aprecio.

Y dirían: “Algo hará bien el chaval, alguna cosa tendrá positiva para que pueda su padre sentirse orgulloso, ¿no?.” 

Pero es que yo no quiero estar orgulloso de mi hijo.

¿Por qué.?

Porque cuando está uno orgulloso de cualquier acción o característica de su hijo, de manera más o menos inconsciente lo que está haciendo es reclamar para sí mismo una parte del mérito. Estar orgulloso de un hijo, ya sea en la intimidad o ante otras personas, es querer ser también objeto de aplauso.

(El actor está en el escenario después de finalizada su gran actuación y una merecida ovación estalla en la sala, entonces el “autor” no puede  reprimirse y sale también a escena para arrogarse el porcentaje de  aplausos que cree le corresponden.)

El padre comete la torpeza tantas veces denunciada de proyectarse sobre el hijo. El hijo ha hecho algo meritorio y el padre cree que en buena medida se debe a él, por eso está orgulloso, porque lo cree obra suya: “Este es mi Pedro....Esta es mi Laura...sniff, sniff.”  

Y lo malo de proyectarse uno en su descendencia es que si por una cosa u otra, el chico sale un cabrón, el padre también se sentirá culpable de ello, aunque, maticemos, con ciertas reservas: “No sé dónde he fallado. Esta manera de comportarse no la ha aprendido en casa. Además nunca le ha faltado de nada. No sé cómo se está volviendo.” 

A los hijos una vez  que han dejado de ser unos desvalidos renacuajos, los padres ni siquiera tienen la “obligación” de quererlos y mucho menos de estar orgullosos.Los sentimientos no pueden regirse por costumbre ya que entonces no son sentimientos sino tradiciones.

Yo quiero a mi hijo porque me da la santa y real gana, porque me lo pide el cuerpo, pero sobre todo, sobre todo, porque me cae bien, y no siento ninguna necesidad de cargar con sus culpas ni de atribuirme alguna parte de sus éxitos.

Cuando la cague, me sentiré mal porque lo quiero y cuando acierte, me sentiré bien porque lo quiero, no porque crea que ha hecho algo como yo lo hubiera hecho.

Parodiemos:

“Mi hijo es cirujano jefe del hospital, lo sacó todo con sobresalientes y además se pagó los estudios trabajando por las noches...” (Oh, por favor, apláudanme también, que a fin de cuentas es producto mío.)

“Fíjense todos, qué bien lo he criado.” “Es mi hijo, y ha llegado a cirujano, y como me he matado a trabajar para que él pudiera tener todo lo que a mí me faltó, estoy muy orgulloso de él, o sea de mí.” (Él está siendo todo lo que yo hubiera querido ser.)

“Fíjense todos, ya es un pedazo de cirujano, como yo y como lo fue su abuelo y su bisabuelo y su...” (Él ha hecho lo que esperaba. No ha traicionado a la sagrada línea de sangre. Estoy orgulloso porque he sabido inculcarle los valores de nuestra estirpe, o sea, tengo mi parte de mérito.) 

La gente quiere a sus familiares porque a ello les obliga la cultura heredada y se hinchan de orgullo cuando las cosas salen bien para ser admirados a través de sus hijos. Es un sentimiento tribal, una postura de clan. Pues bien, yo me niego a querer a un hijo mío por las cosas de la sangre. Si no me cayera bien, no lo querría, sería incapaz de quererlo. También, puestos a preferir, prefiero que me quiera porque le soy simpático y no porque esté orgulloso de mí. No necesito su orgullo para nada.

Joder, hay gente que está orgullosa por conocer a Ronaldinho o por haber estado en una cena con Julio Iglesias y Alejandro Sanz, ¿a que sí.? Supongo que piensan  que eso les libera de un tanto  por ciento de mediocridad.

Que mi hijo sea mi hijo y yo sea su padre, es algo casual, no planeado.

Que mi mujer sea cojonuda no es fruto de mis “maravillosas dotes como elector de pareja o de mis formidables técnicas para adiestrar o modelar a una jovencita y hacer de ella la buena persona que es hoy.”

Todos influimos en todos, eso es natural y cierto, pero nadie es el autor de nadie. 

(Hija mía, no quiero estar orgulloso de ti: Con poderte seguir queriendo, ya basta.)

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ELLA

ELLA

Era brillante

antes

su mirada

como dos cerezas

barnizadas,

ya cáscara de almendra.

Y el paso

marcial y raudo

de soldadito a cuerda

ahora se pausa

en indecisiones,

no se fía un pie del otro

y al final pasa.

Y no se acuerda

de lo que busca

por los cajones.

Y no se da cuenta

de que me cuenta

la misma cosa

un millar de veces.

A ella le gusta.

Dame un último beso

que no sea el último,

viejita, nunca. 

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NEGRO OSCURO

NEGRO OSCURO

Cómo puede ser tan oscura esta mañana, más negra aún que la peor de las noches.

Llueven las nubes en mi contra. Para mí el sol manda que sus rayos quemen en exclusiva. Sopla el viento con la sola intención de despeinarme.

Todas las fuerzas del mundo se consorcian por joderme y ni dios ni el diablo están de mi parte.

Nadie va a quererme nunca.

Nadie me va a querer aunque yo sí quiera.

Nadie puede vivir así, sabiendo que la nevera se estropeó en cuanto adivinó que yo iba a por un refresco.

En los escaparates de las tiendas, si me ven llegar, retiran los colores que yo busco, las tallas que me van, las ofertas que me interesan, los tejidos que me sientan. Luego, el universo entero se ríe de mi desgracia.

Nadie me entenderá jamás.

No pedí nacer, maldita sea. Nada le debo a ese cervecero idiota que dice ser mi padre, ni tengo por qué aguantar a la neurótica del delantal y los rulos sólo porque me trajera a la vida. Pues sí que se lució. Menudo regalo.

Si además a ellos les da igual que llore, que me pase el día llorando, que el género humano y yo sintamos mutua repelencia, que esté sola, y hasta que Juanjo me haya dejado; si para ellos todo lo que a mí me pase son minucias y sólo lo suyo es importante.

Cómo puede ser tan oscura esta mañana. Cómo pueden ser tan negras todas.

No quiero vivir ninguna más. No vale la pena. Soy odiada por el mundo y por la suerte. No hay salida... 

 (Y mientras todo ocurre, unos ojos de cuarentona impotencia, de comprensión afligida, no dejan de vigilar ni un momento a la chiquilla, esperando impacientes que la dichosa adolescencia pase de una vez por todas.)

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OBRA

OBRA

Por las vías del ferrocarril, mirando el punto lejano en que los ojos mienten y cree uno que se tocan.

Eran para el niño que he sido, una formidable y tosca escalera de mano capicúa, o aún mejor, un principio y un final de ida y vuelta a todas partes y a ninguna.

Raíles de trasladar chirridos. Traviesas de árboles que dejaron de serlo para volverse teclas de gigante xilofón. Madera tiznada de moreno por la panza del tren y la inclemencia.

Cómo podía ser negra la barriga si nunca le daba el sol. Las lagartijas la tienen blanca por eso mismo.

Creía el niño cosas raras en ese entonces, cuando siendo el prólogo de un yo, se parecía a mí tirando a poco.  

Nubarrón de viejo agosto, poderoso, bíblico de la mala biblia, de la de hecatombe y susto.

Le tiraba no sé quién cohetes para ahuyentarlo. Poca puntería se habría de tener para no darle.

Y muchas veces, al rato, una contraofensiva de granizo ametrallaba el pueblo convirtiendo los geranios en confeti y esculpiendo en los capós moldes de huevera.

Un trailer de cinemascope nos desvelaba secuencias en adelanto: El fin del mundo está cerca, arrepentíos, hermanos. 

Chupando el río y el barro de las lombrices a través del palo de regaliz, fumaba hollywood en la cara de los críos. Bogarts de mediopelo.

Por esas cositas de la lengua, las papilas, entraban las fuerzas telúricas, el gusto primitivo y tenaz de la madre tierra, un sabor largo, imperativo y excluyente.

Pensaba el niño que él era capaz de transformar las cosas, el junco en flecha, la bata en capa, el pañuelo en antifaz. Aquel niño que acabaría siendo con los años este yo que hoy soy.

Nada está en mi mano, ahora lo sé. Eran los aconteceres, las casualidades y las suertes; era la vida misma la que poco a poco me iba obrando.

Es la vida la que todavía me redacta.

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SOBRE LA OREJA

SOBRE LA OREJA

Sobre la oreja un lapicero,

carpintero.

En la pantalla se persiguen coches

y estallan.

Sangre de saldo.

De doble caldo.

Son muertes a tanto el kilo.

 

Bajo el pelo de la coronilla una freidora

de sesos llora.

Mira, en aquella parte de la ventana está lloviendo.

En ésta no.

El cielo arruga el morro.

Echa sobre su azul el negro toldo.

Y el vidrio hace ver que se derrite.

Son las cosas un combate de realidades.

Dentro una.

Fuera otra.

Las que quieren ser mentiras, las que quieren ser verdades.

Quién fuera un adentro para no ir a las afueras.

 

Detrás del costillar, en el barrio alto, donde los lujos,

vive un corazón,

de dar la lata y latir, latón.

Tu pertenencia.

En la trastienda de las cejas

que hacen a los ojos teja,

se aventa el buen cereal y la mala queja.

Se llena el bol de los delirios.

Flores de pensamiento.

Ay, que no podría darte eso

aunque quisiera.

Para bien o para mal, siempre es dañino.

Piensa cosas indigestas:

Que los dientes molidos son pasta de dientes,

que uno más uno son dos unos y no un dos

y que pesa la plomada mucho menos que el plumón.

 

Tengo el pecho provisto de abrefácil.

Puedes coger de él cuanto precises,

eres libre.

Pero de la cabeza.., dios cómo me duele,

mejor dejarla estar.

Si quiere volar que vuele.

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COPLA

COPLA

Con la mirada

entornada

me pasaba el alma

por la picadora.

...

Y con la sonrisa

preciosa y precisa

raptaba mi vida

llevándola toda.

 

Tacatacatacatacatacatacatacatacatacatacatá.

 

Tiro al aire una peseta,

si sale cruz no te vas,

si sale cara te quedas.

...

No pidas rescate a nadie,

que ser un rehén prefiero,

el mundo me sienta grande,

mi talla es la de tu cuerpo.

 

Tacatacatacatacatacatacatacatacatacatacatá.

 

Con la nube en vuelo

de su cabello

 dejaba mi seso

hecho laberinto.

...

Y con esa voz

en tono menor,

me quedaba yo

fuera de servicio.

 

Tacatacatacatacatacatacatacatacatacatacatacatá.

 

Tiro al aire una peseta...

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LAS AUTORIDADES SANITARIAS ADVIERTEN

LAS AUTORIDADES SANITARIAS  ADVIERTEN

Cuando arrugo el paquete terminado y lo lanzo sobre la mesa con desidia, sé una vez más que el tabaco me construirá una lápida de ironía.

Vendrá a pasar cuentas.

Y sé también que oiré la voz de los que queden diciendo ya te lo advertí.

Ya no somos efervescentes, cariño.

Cuando voy con el cubo de botellas al contenedor adecuado, me civilizo y acato.

La ginebra hará cola, esperará su turno a los pies de mi cama en la tercera planta de un hospital.

Y tú recordarás que me lo tenías dicho.

Ya no vuelan las trenzas, cariño.

Cuando vacío la barra del mesón y el mesonero empieza a dudar de mi solvencia y salud mental, veo con claridad que explotaré antes de tiempo mientras oigo que estaba escrito.

Ya no veo la letra pequeña, cariño.

Cuando me digas de nuevo modérate, que el tabaco, el alcohol y los excesos acortan la vida, me reiré de esas minucias.

Nada hay en el mundo que acorte la vida más que tú.

Y no sabes cómo te lo agradezco.

Sin ti, cariño, la vida se me haría interminable.

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RUTINA

RUTINA

 Palabra del demonio, vade retro.

Caer en la rutina.

Existencia rutinaria.  

La rutina es mala. 

Cada día trabajar.

Cada día las mismas caras, los mismos actos, las mismas conversaciones.

Todos los lunes son lunes. Todos los sábados también son sábados.

El mismo perro, la misma familia, los mismos amigos, los mismos bares, las mismas casas.

El mismo yogur, la misma cerveza, el mismo chat, el mismo club de fútbol, la misma aspirina. 

Huir de la rutina. Un objetivo.

¿Cómo.?

Buscar acciones distintas. Otras aficiones,  otros entretenimientos, amigos nuevos que te permitan contar una vez más tus propias rutinas.. 

Pero, oh, vaya, qué contrariedad.., si repite uno esas acciones, las salidas en bici, la filatelia, el modelismo, la fotografía, el punto de cruz, la jardinería, el bricolage, el macramé, el gimnasio, la pintura.., no hace más que sumar nuevas actividades repetitivas a su discurrir cotidiano.

Entonces.., ¿Qué se puede hacer en realidad.?  

Lo que se puede, o mejor dicho, se debe hacer, es pensar un poco con la cabeza. Y entonces el pensante se dará cuenta de algo muy simple: 

La vida rutinaria sólo es mala si está compuesta de pocas rutinas. Si tiene muchas, no.

Es cuestión de ir añadiendo rutinas.

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¿?

¿?

 

Cuando quiere uno morirse siete veces por minuto

quizás me daría paz saber a qué suena tu pensamiento,

cual es el timbre exacto de tu silencio.

Si es un zumbido leve, un estruendo, o un eco austero lo que toma tus oídos cuando no se oye otra cosa que el absoluto hueco ,

cuando no eres más que la quietud de un mero soporte físco,

cuando cierras los ojos o apagas la luz y queda ese nada que hacer salvo esperar el sueño.

Querría saber si alguna vez oíste en tu interior lo mismo que yo en el mío.

Siento un afán nervioso por saber si cuando nos mirábamos las miradas y enlazaban nuestras manos, estábamos oyendo lo mismo..,

si estábamos acaso pensando en algo siquiera parecido.

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PENSAMIENTO 27

PENSAMIENTO 27

 

Llego ya harto y sin resuello

 

a esta parte de la vida

 

que me  aburre y me conspira,

 

confundiendo qué va antes,

 

durante, después o luego.

 

Cae como borbotón de estaño

 

de mi pecho el corazón

 

-cuerpo sin alas de pájaro-

 

precipitado al suelo.

 

Llego a la salida hastiado

 

 y creo estar de vuelta yendo.

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CATÁLOGO DE LA TRISTEZA

CATÁLOGO DE LA TRISTEZA

Tristezas pequeñas,

manejables,

de bolsillo,

como dientecitos de leche,

que venís con la puesta del sol

y os marcháis al alba

en un escozor leve:

Os conozco,

bien que os conozco.

 

Tristezas sin tamaño

que con el tiempo hurgáis

sobre el paciente que envejece

como un cauce erosionado

por un dolor de peso medio

que a nadie nunca ha matado

contento con malherir:

También os  conozco.

 

Tristezas grandes,

desiertos,

tierra y cadena,

cuerda, alambrada,

qué temor, qué pavor, que miedo.

Voy descalzo y hay cristales por el suelo,

denme por favor la mano,

que con las demás podía

y con vosotras no puedo.

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FOTOS ------------------------- PROMESAS

FOTOS ------------------------- PROMESAS

 __FOTOS__

  Fotos ancianas

                de color desmemoriado.

                   Así era yo........

                       Así eras tú.....

               Así eran ellos.......

        Así eran todos.

  Retratos con tu cara,

                             con la mía...,

                                   ya ajenos.

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___LAS PROMESAS___

Sí, ya sé que te hice todas las promesas del mundo..,

y apenas cuatro llevo cumplidas.

Pero dime, amor, si las hubiese cumplido todas..,

¿qué me quedaría ahora para prometerte.?

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UN FA, UN DO, O UN QUE MAS DA.

UN FA, UN DO, O UN QUE MAS DA.

 

Dispara su arpón la cuerda del arpa

y viene a darme en el oído.

Flecha que atraviesa traviesa

de parte a parte mi cabeza,

yendo de la una a la otra oreja.

Y al pasar por ella,

justo detrás de los ojos,

yo los cierro por ver

de qué color pinta la nota,

con qué pincel llega esta vez

el tono de la tonada,

de qué teñidos viene a verme,

y en qué matiz decidirá mi pensamiento

procesarla para que me afecte.

Entonces me siento bien de sentirme bien,

o bien también de sentirme mal.

Vamos música, dispara,

mátame, dame de lleno.

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SE HA HECHO TARDE

SE HA HECHO TARDE

Sube una hormiga mi vientre

Y pasa un rato

Espero

Ya me está llegando al pecho

Cosquillas de telaraña

Y sigue siguiendo el tiempo

Alcanza mi corazón

La siento pincharme adentro

Como si sus pies llevaran

 Taconcillos de microscopio

-Y eso que va descalza-

Muy largo se me está haciendo

Me muerde la hormiga y duele

Un aguijón que se ha vuelto

Ya me sale sangre y todo

Cuando el reloj alarmado

Me dice que ella no viene.

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LA CARGA

LA CARGA

La gravedad mata al niño. Eso lo sabe muy bien, aun sin conciencia de ello, Manuel, el de las pulidoras, el que entró en la fábrica a los catorce y ya ronda la cuarentena.

Se nota porque se ríe de lo que hay que reírse, de lo que mande la tele, de lo que dicte el momento, pero tiene en su interior el sentimiento de que hay cosas sagradas, no tocables, vedadas al cuestionamiento y mucho más a la parodia. Hay aspectos de la vida que teme. Recela.

A Manuel se le ha muerto, ve a saber cuándo, el sentido del humor. Y es risueño, eso sí, suelta de tanto en tanto carcajadas que resuenan en la uralita, pero no tiene sentido del humor.

Porque uno -le digo- puede reírse mucho y no tenerlo. Sencillamente es un tipo alegre, animalmente alegre.

Y no es mala cosa, no lo es, pero el sentido del humor no tiene sentada la base de su cimiento en una risotada franca sino en las cosas serias.

El sentido del humor clava su poderosa raíz precisamente en las gravedades.

Reírse de un cómico resbalón, de una gansada, es saludable, cómo no, pero fácil. No requiere pensamiento. Es un resorte de automatismo, de inmediatez, de bote pronto, y el sentido del humor no es exactamente eso, es la descarga del drama, la minimalización del dogma, el desafío constante a la dificultad de la vida, de la puta vida, la visión de un ridículo panorámico, total, sin rinconcillos sacros.

El sentido del humor es de un natural tan bondadoso y cabrón, que no es excluyente, y no hay nada capaz de esquivar su punto de mira.

Es una guerra, esta sí, realmente santa. Santa e imprescindible para que la cara B de la vida o hasta de la propia muerte se vea exhibida en paños menores por una mente dispuesta a no doblegarse bajo ninguna sentencia. El sentido del humor hace que el hombre no se convierta en buey, hace que entierre el  arado y se monte con la madera del yugo una buena barbacoa.

Manuel se ríe en la vida, es cierto, pero nunca de ella.

Ríe una risa domesticada mientras carga con la vida y hace surcos en la tierra.

Veinticinco, treinta años en la máquina.

Sonrisa primitiva, una correa más del yugo.

Ha muerto el niño: habemus buey.

VIDAS EN APNEA

VIDAS EN APNEA

 Oh, qué bien se ve la vida ajena desde la nuestra.

Vidas que aguantan la respiración bajo sus chaquetas

y arden en los pantalones y las faldas.

Vidas llevadas a cabo como aquel que  arrastra

mil años de culturas, mil de pulsiones heredadas

y diez siglos de ignorancia.

Vidas hechas de eslabones, de collares, de ruines bisuterías,

en donde cada cuenta es una píldora de hartazgo,

una pastilla amarga de resignación llevada a cuestas.

Vivires que se construyen encadenando pequeñas revanchas.

Ojos que miran mientras hablan

a cualquier lugar donde no se encuentren con otros ojos.

Vidas que andan mirándose los zapatos.

Vidas que continúan en la vida

larvando una epidemia de tristezas.

Vidas que siguen viviendo

debajo de sus chaquetas

porque no saben hacer otra cosa.

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CONTRATO

CONTRATO

Voy a quererte, vale

O no: que ya te quiero.

Pero impongo condiciones.

Tienes que darme el corazón.

Yo lo reviso.

Que no sea un  corazón con doble fondo.

Y dame de ti lo que más quieras

Lo que más desprecies

O aquellas cosas incluso

Que hayas dado a olvido por triviales

Muéstrame las manos para que lea

Con mis gafas de cerca

Tus faltas de ortografía

No finjas copas de plata donde hayan cuencos

Prefiero arcilla si es cierta

Pero eso sí

Guárdate un secreto

Uno, al menos uno

Aunque sea chiquito

Minúsculo como un acento

No me des todo

Escóndeme algo

para que nunca

acabes siendo

completamente mía.

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UN ODIO POR CABEZA

UN ODIO POR CABEZA

Gente escasa.

Gente abundante.

Mucha. Poca.

Excelente. Excedente.

Gente, mala gente.

Sangre tengo de corteza

Para la tristeza

Del niño roto.

No más patata ni más corro.

De la ardilla desmembrada,

De la fuente al barro

Y a la arena y a la seca nada,

Deshidratada.

De la encina firme,

Del blando chopo,

Del brazo inerme,

De la argolla y el potro.

Gente negra.

De odio en brasas,

En el tizón triste,

Que toman muertes

Para sus tripas,

Masticadas, digeridas,

En butaca de cementerio,

En palco funesto,

En primera fila.

Cámara de los lores,

Fosa de los comunes.

Gente de carestía,

De cafés y de licores,

De homicidas prescripciones

Gente voraz e impune,

Que para sentir su vida,

Han de tomar dos muertes

Antes de las comidas. 

Odios tengo

De pimienta en las pupilas.

Por la carne descarnada,

Por la gente

Y por la nada. 

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